miércoles, 10 de octubre de 2007

Tópicos muy habituales en las conversaciones sobre viajes (I de X)

Trato en todo lo posible –aunque seguro que en muchas ocasiones no lo consigo- de mantener esta sección y, en general la página, al margen de las polémicas habituales que surgen por internet sobre si el mundo se debe recorrer en transporte público o en coche de alquiler, si para ver tal ciudad basta con seis horas o se necesitan diecisiete días o si los que nos gusta viajar por libre somos de un molde o unas inquietudes diferentes a los que viajan de forma organizada.


Por supuesto que tengo mi opinión personal sobre cada uno de estos temas, pero la experiencia me demuestra que entrar a debatir sobre ellos solo genera disputas vacías y recurrentes, que de forma envolvente van desgranando uno a uno los mismos argumentos en todas las ocasiones, sin llegar a ningún progreso o conclusión.


Y no se puede llegar a conclusiones por muchas vueltas que le demos, porque no las hay. Y ello es porque es imposible establecer de forma empírica con variables objetivas los días necesarios para ver una ciudad, si es mejor o peor recorrer tal país en autobús o coche de alquiler o que quien viaja por libre conoce mejor un país que quien lo hace de forma organizada.


Por tanto, esta nueva serie de artículos que aquí empieza –y que discurrirá a lo largo de diez reflexiones, que necesariamente no tienen por qué ser consecutivas- no tiene el objetivo de dogmatizar o imponer un estilo de pensar o forma viajera sobre el resto. Lo único que se pretende, es hacer un guiño y reflexionar sobre una serie de tópicos viajeros que invaden generalmente las conversaciones sobre viajes y que damos por ciertos, cuando creo que en casi en ninguno de los casos lo son. Por tanto, más que de crear dogmas, se trataría de destruirlos, o al menos –que tampoco se buscan fines negativos- de ponerlos en tela de juicio o cuarentena.


Decir también que será el mero azar el que coloque primero unos tópicos que otros y que, por tanto, no hay ninguna clasificación o ranking en esta relación. Vamos con el primero:


Tópico 1: "Ha estado tres semanas de viaje en tal país (cualquiera) y habla y da unas opiniones y recomendaciones sobre él y sus gentes. como si llevará allí viviendo toda la vida".


A mi sin embargo me parece, que para hablar o dar recomendaciones sobre un país no en necesario vivir en ese lugar, haberlo visitado ocho veces o haber leído cincuenta libros sobre su historia, geología, fauna, flora o clima. Es incluso más sencillo informar sobre un destino en el que has estado de vacaciones, que de tu propio país. Y en cualquier caso basta con ver una cosa un instante para crearse una opinión sobre ella, que no tiene por qué ser más formada o cierta porque esa cosa se haya visto varias veces o durante más tiempo.


Estoy realmente convencida de que ahora mismo, me pondría en menos apuros alguien que me pidiera información o consejos sobre Egipto o Marruecos, por ejemplo (destinos que he visitado más o menos recientemente), que quien lo hiciera sobre España, país donde vivo. Se me ocurren bastantes razones por las que esto es así, de las que para no cansar expondré tan solo cuatro.


-Cuando se viaja, los sentidos van mucho más despiertos y se es más observador que cuando se vive el día a día en tu país de residencia. Cuando uno está en su país, la monotonía hace que la mayoría de las cosas sean tan cotidianas que apenas reflexionamos sobre ellas, cosa que no le ocurre a un extranjero que acaba de llegar y que está minuto a minuto desmenuzando y digiriendo todo lo que le rodea. A modo de ejemplo, es mucho más difícil detectar nuestro propio acento al hablar, que el de cualquier otra persona que viva en otra comunidad autónoma.


-Cuando uno viaja, puede darse el caso nada difícil de que esa persona viva en una semana más experiencias que un residente en años.


-Saber sobre la historia, las fuentes de riqueza, la situación geopolítica actual o las personalidades más relevantes que pueblan un país, significa que se es un gran conocedor teórico y técnico de esa nación, pero no necesariamente con esos conocimientos se sabe más del temperamento de sus gentes, de las mejores rutas a visitar o de los mejores transportes para elegir en un desplazamiento desde un punto a otro.


-Por supuesto, quien viaja tiene una información más actualizada y –sobre todo- solvente que quien reside, sobre aspectos tan fundamentales como hoteles recomendables, transportes más recomendables para cada zona, precios de esos transportes o de entradas a museos… Yo ahora mismo no sé lo que vale el metro de Madrid o Barcelona, pero si sé lo que vale el de El Cairo.


Escrita el 15 de febrero de 2.007

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