miércoles, 10 de octubre de 2007

Algún día los árboles del bajo coste nos dejarán ver el bosque

Dos noticias relacionadas con el mundo de la aviación me han llamado la atención recientemente. Por un lado, son varias ya las compañías aéreas (empezando por Emirates y terminando por Iberia, que parece que es la última que se ha sumado) que piensan dotar a sus aeronaves de las estructuras y tecnología que nos permita hablar y hablar a través del móvil mientras viajamos a bordo.


Era lo que ya nos faltaba. Ni en un momento en el que la mayoría de los países civilizados impiden usar el móvil en determinados transportes y envían a usarlos a las plataformas laterales (los ferrocarriles franceses, por ejemplo), van las compañías aéreas y nos quitan el último y sagrado reducto –el del avión- donde podíamos leer, ver películas, descansar, comer, relajarnos meditar, imaginar… sin ser asediados física y psicológicamente por gritones/as desquiciados/as, tiroriros de tono subido o melodías de dudoso gusto que se repiten hasta la saciedad para alimentar el aburrimiento de/la maleducado/da de turno.


Realmente ¿es necesario que las compañías aéreas nos quieran someter a este castigo. ¿No es suficiente ya con el ansioso desenfundar y encender que observamos desde hace tiempo mientras el avión rueda por la pista hasta el lugar de desembarque?. No quiero ni pensar –aunque ya las intuyo- en las “interesantes materias” de las conversaciones que vamos a tener que sufrir a bordo, que seguro estarán más encuadradas en las banalidades a gritos y el marujeo aéreo, que en las altas finanzas o los exclusivos negocios transcontinentales. ¿Es realmente tan imprescindible saber si el niño ha merendado bien al salir del colegio a 33.000 pies de altura?.


Conmigo que no cuenten, ni para convertir los aviones en casinos como pretenden algunas. compañíaas de bajo coste, ni para instalar antenas en los aparatos. Ni siquiera aunque ello supusiera una bajada de los precios de los billetes (50 euros menos no me sacan de pobre y mi calidad de vuelo vale más que esa cantidad). Y si al final así deciden implantarlo (porque será una imposición y a cada cosa, por su nombre), ruego al personal de vuelo que tenga a bien entregarme junto a la mantita una caja de tapones de cera para los oídos. Soy ex fumadora, pero me molesta bastante más que alguien esté dando gritos en el asiento de al lado, que echándose relajadamente un pitillo.


La segunda noticia que quería comentar, en realidad ni me va ni me viene; pero me cae al pelo para comentar otro asunto al que hace tiempo me quería referir aquí.


Parece ser, que algunas compañías de bajo coste como la americana Jet Blue, estudian poner una sola fila de clase preferente en sus aeronaves, donde podrían ofrecer los extras habituales y que necesariamente no debería ser más cara, dado que con esto conseguirían ahorrarse una azafata por vuelo y, por tanto, bastantes millones de dólares anuales (el número de personal de vuelo está directamente relacionado con el total de las plazas del avión).


A mi esto me parece fenomenal, claro está, siempre que no me toque en la fila de detrás de esa clase de “bussines” y me tenga que pasar el vuelo viendo como el de delante se pone hasta los ojo de caviar, percebes foie al oporto y solomillo a la pimienta.


Lo que si me incita a la reflexión –y soy usuaria de low cost siempre que me sale a cuenta la relación /tiempo/dinero/comodidad/distancia de los aeropuertos al centro- es que cada cosa que hace una compañía de bajo coste –por mínima o insustancial que sea- salte a la portada de todos los blogs genéricos y noticiarios de viajes.


Hemos convertido la información de viajes en un publicar y publicar sobre estas empresas, sus acontecimientos y sus habituales y banales discusiones (y digo banales, porque generalmente se refieren a la seguridad y casi ninguno tenemos datos suficientes para opinar). Parece que no hubiera otra forma de moverse por el mundo que con estas compañías. Ni por tierra, ni por mar, ni en tren, ni a caballo, ni en bicicleta… Estamos incidiendo en todo momento en lo fácil que es disfrutar de los destinos en la actualidad utilizando estos vuelos de precio reducido, pero ¿quien habla de viajar disfrutando de los trayectos?.


Como impenitente y curtida amante de los viajes terrestres, debo decir que en muchísimas ocasiones he disfrutado más de los trayectos que de los propios destinos.

Algún día, cuando los árboles del bajo coste nos lo permitan, conseguiremos ver lo bonito que es bosque.


Escrita el 13 de febrero de 2.007

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