viernes, 12 de octubre de 2007

Dejarlo todo e irme a recorrer el mundo (II de II)

Así que visto lo visto, creo que resulta más fácil –dentro de lo que cabe- desorganizar una vida ordenada para largarte a conocer mundo a tumba abierta, que poner organización y normas a quien nunca las ha manejado. Vamos, que creo que es más factible pasar de la rutina y la monotonía de la vida cotidiana a los sobresaltos y emociones de la imprevisible vida de trotamundos, que hacer lo contrario

Aunque realmente, el problema reside en establecer cuando ha llegado el momento de poner punto final a una forma de vida para empezar con la otra. ¿A los cuarenta?. ¿A los cincuenta?. ¿Cuándo se crea disponer de suficientes medios económicos para aguantar una buena temporada?. ¿Cuándo nos hayamos desprendido de la cargas familiares (ascendientes o descendientes)?... Es difícil determinarlo, porque aún cumpliéndose los mejores supuestos, siempre surgirán nuevas dudas a la hora de tomar una decisión tan determinante y arriesgada.

Andaba yo sumida en estas deliberaciones, cuando el otro día escuché en la radio a Sandra Canudas, autora de "Manual de una vuelta al mundo". Desde luego, esta mujer representa una opinión muy cualificada en este tipo de asuntos, dado que dejó un puesto importante y bien remunerado en una compañía para cumplir el sueño de circundar el planeta. Nada de medias tintas gestionándose excedencias. Directamente, baja voluntaria en la empresa

Resumiría su intervención –al hilo de lo que estoy exponiendo- en dos ideas que me parecen muy importantes, al margen de que no hace falta disponer de excesivo dinero para afrontar la experiencia (7.000 euros en su caso):

1º.- El tiempo ideal para realizar ese proyecto estaría comprendido entre seis meses y un año. Opina que dilatar ese periodo en exceso, puede afectar a la propia identidad y a la salud mental de las personas, además de dificultar el posterior reingreso en la "vida cotidiana".

2º.- En cualquiera de los casos, dure lo que dure la experiencia, nunca jamás serás ya la misma persona y se hará muy complicado volver a dedicarte a lo que hacías previamente.

Lo de la salud mental es algo que no hay que tomarse a broma y que a mi me da bastante respeto. En nuestro periplo por Oriente Medio, un viajero nos habló de una fuerte depresión que le entró en un viaje de dos meses por la India y que le provocó muy desagradables momentos. Y es que en los viajes de larga duración, la mente es material sensible.

Así que entre unas cosas y otras, hasta hace tan solo cinco minutos me seguía moviendo en la encrucijada, en la incertidumbre. Este año voy a disponer de cincuenta días para viajar y estaba convencida de que el año que viene no me iba a conformar con los pocos más de treinta días reglamentarios. Pero por otra parte y como ha quedado constatado y al menos ahora, no veía llegado el momento para embarcarme en un viaje, casi definitivo, por los cinco continentes.

Siendo una persona de extremos como soy, del todo o el nada, no me había dado cuenta de que la solución estaba delante de mis ojos, a mitad del camino: No hace falta quedarse sin nada o dejarlo todo. Basta con pedir un permiso no remunerado de un mes cada año y a mayores de las vacaciones para poder viajar casi 70 días por anualidad. Se pierde algo de dinero, claro, pero se multiplica al menos por dos la calidad de vida.

¡¡Está decidido!!. A partir del 2.008, todos los años pediremos un mes de licencia sin sueldo y nos meteremos entre pecho y espalda tres viajes anuales de más de veinte días cada uno.

Aunque lo peor puede ser que, como con las drogas, cada año el cuerpo vaya pidiendo aumentar la dosis.

P.D.: Suelo recibir normalmente correos electrónicos de los lectores de esta web para solicitar o intercambiar información o experiencias sobre destinos, pero apenas me llegan con comentarios sobre las diferentes opiniones vertidas en esta sección.

Sin embargo hoy, he recibido cinco comunicaciones (cuatro por mail y una en el libro de visitas de la página), en las que se vierten opiniones sobre el tema de dejarlo todo e irse a recorrer el mundo

A pesar de tratar aspectos variados, todas coinciden en hacerme dos recomendaciones: Que llegado el caso, alquile la casa en vez de venderla y que casi mejor que largarme, es tomar un año sabático para probar.

Tienen razón en lo de la casa, dado que obtienes una renta mensual y conservas la vivienda. Cuando hable de venderla, trataba más de presentar este hecho como un elemento de ruptura, que como una estrategia real.

También tienen razón en lo del año sabático. Lo que ocurre es que nuestras actuales responsabilidades nos impiden poder tomar un periodo tan largo de tiempo en forma de excedencia.

Gracias a tod@s.

Escrita el 15 de junio de 2.007

1 comentario:

Carlos Mercado dijo...

Hola! Ha sido muy reconfortante saber que hay otra gente que le preocupa la adicción por viajar! Yo pienso recorrer latinoamerica haciendo voluntariado donde se pueda, tomarme un año para hacerlo, tengo 25 pero también hay presión de entrar a trabajar, hacer carrera y eso... chales...