viernes, 12 de octubre de 2007

Ejjjjiuummmi (I de II)

A veces –casi siempre-, me arrepiento de no haberlo hecho cuando tuvimos la oportunidad. Estaba todo planificado para nada más acabar la carrera. Nos marcharíamos un año (o el tiempo que hiciera falta) a Londres, con el objetivo de ver si de una vez por todas conseguíamos hincarle el diente al inglés y hablarlo con la suficiente fluidez, que nos permitiera socializarnos en el extranjero algo más de los típicos y socorridos "¿Tiene habitaciones libres?", "¿A qué hora es el desayuno?", "Quisiera hacer una reserva para dentro de tres noches" o "Por favor, dos hamburguesas con patatas y fritas y dos coca colas".

Estábamos mentalizados. Dormiríamos donde hiciera falta, pasaríamos penurias e incomodidades, trabajaríamos en lo que nadie quisiera y a cambio de suelos bajos, pero al fin rentabilizaríamos todas esas horas de colegio e instituto, que casi cada año, ineludiblemente, solían empezar nuevamente por el "I'am, You're, He's, She's…" (nunca entendí los criterios de enseñanza del inglés, al menos en el sistema educativo que nos tocó vivir en mi época).

Pero no pudo ser. Lo que iba a resultar a priori una dilatada estancia en Londres, se convirtió en un curso de especialización profesional en Madrid y luego en un trabajo, en otro distinto…Y las ansiadas visitas a Londres, nunca pasaron de ser más allá de una semana, con muchas intenciones lúdico-turísticas y pocas formativas.

¡¡Que envidia me dan ahora cuando salgo al extranjero, esos jovencitos y jovencitas de veintipocos, forjados verano a verano con el dinero de papá (o tal vez de mamá) en escuelas estadounidenses o británicas!!. ¡¡Qué delicia, qué pronunciación más esmerada, qué fluidez tan descarada y sobrada!!. Oyéndolos, una se siente orgullosa de ser española. Pon fin, aunque solo sean unos pocos -de momento-, alguien va dejando el pabellón idiomático hispano bien alto por el mundo.

Pero no nos engañemos. De treinta para arriba –y con muy honrosas excepciones- la mayoría no pasamos más allá del chapurreo. Ya no me refiero a que no sepamos utilizar el "were" o el "was" de forma la forma debida, a que olvidemos el auxiliar en preguntas o negaciones o a que nos perdamos en la maraña de formas verbales de los verbos irregulares.. Minucias.

Tampoco a que hablemos despacio (dado que vamos traduciendo del castellano al inglés, sin ser capaces de pensar en esa lengua) o a que muchas cosas las acabemos entendiendo –más que porque estemos seguros de que así han sido dichas- por el contexto. No. Porque siendo todo esto cierto, nuestra asignatura pendiente (y más básica) está en la pronunciación. ¡¡Horribilis!!

¿Será la dificultad que supone pronunciar diferente lo que se escribe de lo que se lee para alguien que no aplica esas diferencias en su lengua materna?. ¿Será que aprendemos mucha gramática, ejercicios escritos y leemos mucho y escuchamos pocas películas o informativos en inglés (y hablamos todavía menos?. Sea por lo que sea, ruego una oración por el alma del chapurreante ibericus y espero que Shakespeare nos tenga en su gloria, a ver si así somos capaces al menos de quitarnos de los labios el maldito "Ejjjjiuummmi"

Como otros tantos españoles (el mal de muchos no consuela), después de casi treinta años intentando aprender inglés de unas formas u otras y en diversos intervalos de tiempo, lo único que he conseguido es un nivel decente de lectura y escritura, chapurreo de nivel intermedio y una pronunciación horrorosa. ¡¡Pero no me desanimo!!.

Escrita el 8 de mayo de 2.007

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