miércoles, 10 de octubre de 2007

No me gusta el regatero a través de internet

Después de la actividad laboral, tal vez sea navegar por internet lo que día a día llena más mi tiempo. Pero a pesar de esa indisimulada pasión por el espacio cibernético, puedo asegurar que ninguna de las cosas principales de la vida las hago o haría por este medio: Nunca me enamoraría por internet, jamás haría un negocio de envergadura a través de la red y es seguro que no me emprendería en una aventura viajera con alguien que solo conociera a través del teclado y la pantalla.

Siguiendo con el asunto, aunque ya en un terreno más liviano, tengo que decir que no me gusta tampoco regatear por internet. Bueno, para ser sincera la práctica del regateo también me aburre cuando la llevamos a cabo en un bazar o en un zoco, pero el contacto visual y la comunicación directa con el vendedor me hacen las cosas más llevaderas.


Un regateo a través de la red es una de las prácticas más "esaborías" y descafeinadas que conozco, Lo he intentando hasta poniéndome música árabe a todo volumen y oliendo las especias u objetos de cuero que me he traído de mis últimos viajes por países árabes mientras le doy al teclado, pero ni aún así consigo motivarme.


Lo único positivo que le encuentro al ciberregateo es que me ahorro, sin tener que dar explicaciones de que no me gusta, la correspondiente invitación del "oponente" a té (sea el "normal tea", el "beduin tea" o el apestoso "apple tea" de polvos que fabrican en algunos países para los indefensos e incautos turistas). Y eso sí, me puedo tomar una rica y fresquita cerveza mientras negocio precios y condiciones, algo impensable de poder hacer in situ en cualquier tienda de Oriente Medio.


El regateo internético tiene una característica muy marcada: Hay que hacerlo siempre en inglés. Se vaya a hablar con Siria, con Mongolia, con Finlandia o con Zambia, siempre se supone que el que está al otro lado debe saber la lengua de Shakespeare; así que ni siquiera se tiene la cortesía de preguntarle al otro en que idioma quiere discutir de precios y servicios. Si el regateo ya me aburre de por sí, practicarlo en inglés directamente me deprime.


Los regateos en internet carecen de chispa. No hay sonrisas de cortesía, alusiones graciosas u ocurrentes a tu país de origen o chistes malos para romper el hielo. Suelen empezar siempre con cosas tan formales y anodinas como " We are very glad to recieve your e-mail and to know that you are interested to stay in our hotel…". ¡Vamos una especie de readaptación del modismo que usaban nuestros abuelos cuando escribían cartas y que decía "te envío estas cuatro letras para decirte que estoy bien"!.


Luego continúan con algo así como "we are so pleased to offer you our best price". Sobre lo del "best price" habría mucho que decir. Cuando un turista se mete en una tienda en un zoco, el vendedor lo analiza de inmediato y lo coloca en una categoría determinada de comprador, resultando en ocasiones clasificado en el perfil "gilipollas" (aunque no siempre) y teniendo que afrontar un precio de salida desorbitado.


En internet, como es más difícil que quien ofrece algo pueda detectar señales para conocer las características del comprador, clasifican directamente a todos en ese perfil de "gilipollas". Solo así se explica, que sobre todo en el asunto de los tours organizados, en la mayoría de las ocasiones te pidan el doble por lo mismo cuando negocias por correo electrónico, que cuando lo haces en persona en el destino.


La cosa no finaliza con un "Dios guarde a usted muchos años, blablaba, blablabla…", aunque si con frases muy previsibles del tipo "Looking forward to hearing from you. Regards From…" o la más sencilla "Thank You, and Best Regards". ¡¡Todo tan predecible, tan insulso, tan aburrido…!!


Y si los regateos al natural ya son largos, nada que ver con los que se acometen a través de la red. Un regateo en internet puede durar días o incluso semanas (¡tal vez hasta años!). Que si mandas el correo y esperas a que lo lean. Que si tardan dos días en responderte, porque no tienen tiempo. Que como ellos han tardado dos, ahora me retraso yo cuatro para hacerme la interesante… Todo eso, claro, casi antes de empezar a hablar en serio sobre precios y prestaciones. ¡Va a tener que crearse un chat de regateo para agilizar las cosas!.


¡Y por último la locura!. En internet puedes mantener una docena de regateos abiertos simultáneamente, como me está ocurriendo a mi ahora mismo con hoteles y agencias locales de Siria, Jordania e Israel; de tal forma que llegado un momento, tienes un insuperable e insufrible cacao mental que te impide recordar en que parte del regateo y en que precio te llegas con cada uno. Ni siquiera los vendedores de especias (hábiles maestros de la confusión) han conseguido nunca calentarme a ese nivel la cabeza.


Escrita el 8 de febrero de 2.007.

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