viernes, 12 de octubre de 2007

¡Dios mío, yo también me estoy convirtiendo en lowcostpata! (III de IV)

Pero es que desde mi punto de vista, la cuestión principal y sobre la que poco o nada se debate al hablar del bajo coste (al menos por los lugares intenérticos por donde me muevo), es la dificultad para distinguir entre el trigo y la paja. Ver, en definitiva, si realmente es oro (bajo coste) todo lo que reluce (lo que se ofrece como tal). Y mi respuesta a esta cuestión sería contundente: No.

A mi modesto entender, moverse en el nebuloso universo de las tarifas supuestamente low cost es tan complejo, como hacerlo en el farragoso terreno de las tarifas de las compañías de la telefonía móvil. Em ambos casos, cuando uno está dentro del laberinto es complicado acertar con el camino correcto.

A lo largo de un dilatado periodo de tiempo, en aburridas mañanas de domingo (no disfruto de muchas, dado que suelo trasnochar los sábados), me puse a comparar rutas, prestaciones, precios, pluses, extras, formas de pago de unas cuantas de estas compañías aéreas. En concreto, Vueling, Ryanair, Esasyjet, Click Air, Belle Air, Smartwings, Germanwings, Air Berlín, Club Air, Alpieagles, Hemus Air, On Air, Wizzair, Blue Air, My Air, Meridiana y Blue1. ¡¡17 aerolíneas!!. La muestra, por tanto, parece suficiente.

Por supuesto que no tuve la paciencia de leerme toda la letra pequeña de cada una de ellas (no lo hubiera hecho ni siquiera delante de mi abogado), pero si de algunas de algunas y prácticamente con todas, hice simulaciones de precios finales. Es como para volverte loca o para tener un experto contable de dilatada y fiable trayectoria a tu lado para que te vaya haciendo las cuentas y –casi- gráficos comparativos.

Unas, a pesar de definirse como bajo coste, son sencillamente bastante caras, tanto o más que las de bandera en muchas ocasiones. ¿Por qué existe una regulación que define lo que es desnatado, bajo en calorías o ecológico y no la hay para circunscribir lo que es bajo coste?.

Otras expresan las tarifas de forma tan compleja y enmarañada, que ya entran ganas de desconfiar desde el principio de iniciar la búsqueda, pensando que en cualquier momento, el más inesperado, te la colarán con algo no deseado.

Luego están las que te proponen una tarifa ridícula, pero a cada paso que avanzas te van incluyendo nuevos extras (y cada vez más), que un día va a haber que cuantificar antes de comprar el billete cuantos tosidos pretendemos emitir durante el vuelo, pera en su función, facturarnos también por ello. ¿Cómo puede convertirse por arte de birli birloque un pasaje de un céntimo en otro de 80€, tan solo dos pantallas después?.

Otras se dedican a jugar a su conveniencia con las tasas de aeropuerto y/o los impuestos de carburante, de tal forma que de un día a otro pueden variar hasta un 50%. También están las que te añaden más o menos importe según pagues con Visa, Trisa o Cuatrisa.

El colmo de los colmos en este sentido es Raynair, que no solo dispone de hasta cuatro comisiones diferentes dependiendo de la tarjeta con la pagues, sino que la emitida por ellos mismos es de las que las tiene más caras. ¿Entonces cuáles son las ventajas de este pedazo de plástico, si la propia compañía que lo emite te penaliza por su uso?.

Escrita el 6 de junio de 2.007

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