lunes, 4 de febrero de 2013

La marca "España"

El otro día, no recuerdo ya, que secretario de estado del actual gobierno, se refería a la marca “España”, en términos demasiado optimistas. O este señor vive en el limbo o hace mucho tiempo, que no viaja fuera del país. Aunque, después de escuchar a Fátima Bañez y a otros dirigentes populares decir, que la reforma laboral ya está produciendo efectos positivos, lo otro parece casi una anécdota.

No digo yo, que la marca “España” esté en sus horas más bajas, porque todavía nos puede –y nos va- ir peor. Las informaciones a toda plana, durante los últimos días, en la prensa estadounidense y de otros países, sobre el asunto de Bárcenas, el de los sobresueldos o las presuntas fechorías de Urdangarín, le han dado a nuestro país una estocada, casi de muerte, en cuanto a su imagen (ya de por sí, muy deteriorada desde hace tiempo).

Paralelamente y en los medios de comunicación de medio mundo –seguido con mucho interés-, el juicio a Eufemiano Fuentes y otros implicados del doping –aunque lo que se juzgue sea sólo un supuesto delito cibtra la salud pública-, dejan a España, como uno de los países más tramposos del mundo, en cuanto a médicos, deportistas y consentimiento gubernamental dilatado (cosa, que ya suponían). Y para colmo la juez, ante los focos de la mirada internacional, va y l.e dice al acusado, que no hace falta, que tire de la manta y dé los nombres de los que se ponían en sus manos. ¡Qué ejemplo, el de Estados Unidos con Amstrong!.

Cada vez son más –salvo en lso equipos grandes de fútbol-, los jugadores nacionales o internacionales, que se van a jugar al extranjero. Simplemente, porque allí tienen la delicadeza de pagarles sus contratos. La liga de balonmano patria se ha desmoronado y pronto seguirá la de baloncesto (al tiempo). Y claro, lo que cuentan estos chicos en sus nuevos equipos, de España, no son precisamente lindezas.

Y que decir de las familias noruegas, que adoptan a otras españolas, para echarles una mano con unos cientos de euros, porque en su televisión ven todos los días los desahucios, en suelo hispano.

Cualquiera, que haya viajado al extranjero durante el último año, creo que podrá corroborarme. En nuestro caso y en ese periodo, hemos visitado 17 países. Ee ellos, 13 son nuevos. A ojos de la gente sencilla, nuestro país ya no es el de la furia, el de los toros, el del flamenco o el de la imbatible selección nacional de fútbol. No. Es la cuna del desastre, del paro, de la corrupción, de la escasa seriedad, del te bajo el sueldo, del no te pago, de los jóvenes emigrantes, del te estafo con las preferentes… Y así te lo hacen saber, con más compasión, que saña.

Ya en el colmo de lso colmos –auqneu sea pura anécdota-, en la feria de turismo más importante, a nivel mundial –FITUR-, en los días que ha estado abierta para los profesionales del sector –jueves y viernes-, donde aún se seguía pudiendo comer y beber gratis y a lo grande,, ha sido en los stands internacionales. En los españoles, poco o nada (según indicó una noticia, de la Sexta).

Y se podría seguir, aportando más hechos, que todos conocemos, aunque ya no nuevas ideas.

La situación en España ha llegado ya a unos tintes tan kafkianos, que esta mañana tuve, que soportar en silencio y con estupefacción, las palabras de un votante del PP: “Rubalcaba debería dimitir, porque con sus declaraciones está causando alarma social”. Cuando ni siquiera ha pedido elecciones anticipadas.

¿Y que nos queda?. Pues, a los que puedan, marcharse del país (opción recomendada). Y al resto, seguir deleitándonos con los reportajes de Jordi Ebole –casi cinco millones de personas vimos el del domingo pasado- o leyendo el Financial Times, en busca de brotes verdes. Periódico nada izquierdoso, por cierto, que el otro día escribió: “Rajoy es un oportunista, que gobierna por decreto y carece de sentido de estado”. La oposición del Parlamento es más timorata, que las palabras del prestigioso diario

Pero, afortunadamente y como la memoria es muy frágil, veremos a la marca “España” repuntar y resurgir de sus cenizas, como dice este gobierno, “más pronto, que tarde” (parodiando la sesuda e imaginativa frase gubernamental del momento).

miércoles, 30 de enero de 2013

Redes poco sociales e inservibles para los viajes

Hace mucho tiempo, que no escribía en este blog. No pretendo recuperar la frenética actividad anterior, en él, dado que no tengo excesivo tiempo. Pero sí, escribir alguna cosilla, de vez en cuando.

        Pocas cosas hay, que sean completamente buenas o absolutamente malas. Entre los radicales extremos, siempre existen tantos por ciento de una cosa y de otra. Por eso, no voy a entrar aquí, en criticar o defender a las muy mal denominadas redes sociales. Despendiendo de su uso, podrán ser adecuadas, nocivas o inocuas. En mi caso, las he probado y me resultan escasamente útiles o novedosas, por lo que no las utilizo –creo que no hacerlo, mejora mi salud mental-, casi nada. ¡A decir verdad, me aburren!. Pero, es una simple opinión, tan respetable como la de cualquiera.            

        Si admito, que usaría mi cuenta de twiter, en el caso de ser una persona famosa o pública –con los peligros, que ello conlleva- y sobre todo, si siguiera siendo periodista en activo, por ser un medio más inmediato, que el fax o el correo electrónico, para conocer o difundir noticias. 

        Desde luego, en el mundo de los viajes, poco más aportan las muy mal llamadas redes sociales, que alguna buena fotografía y referencias a buenos y cuidados blogs y webs de viajes, donde se halla la mayoría de la información de interés, para viajeros independientes o híbridos (ahora, que la palabra está tan de moda para casi todo). 

        Pero, lo que no acepto de ninguna manera –como ya se ha expresado de forma indirecta-, es que a este tipo de redes, se las llame sociales. Hay cosas, que de tanto repetirlas, las asimilamos como verdades, sin necesariamente, serlo. Acaso, ¿son sociales los constantes calentones, más dignos y propios de los patios vecinales del pasado?. En aquella época, a sus intervinientes, se las llamaba verduleras o marujas, más que considerarlos miembros de una red social. 
        
        Tal vez, ¿es social la difamación, tan habitual en estas redes?. Con el agravio de la indefensión, dado que en nuestro país, los difamadores campan a sus anchas. En Inglaterra, un twiter calumnioso y/u ofensivo, suele ser investigado por la policía, con consecuencias para su creador. En España, raramente. Además, cabe destacar, los temas absurdos o tontos, que se encuentran a lo largo del día (algunos, dañinos para la inteligencia). Denota la falta de algo propio, que decir, por parte de la mayoría de la gente. Eso por no decir, cuando se generan corrientes de opinión –generalmente malintencionadas-, para mayorías muy manipulables, que nada tienen que ver con la realidad. ¿Eso es social?. 

        ¿Y haberse cargado el lenguaje y el idioma, que tantos siglos costó construir?. Definitivamente, en mi cabeza caben más de 140 caracteres y con las palabras completas. 

        Me resulta muy triste, ver cada día a más gente, en cualquier parte, mirando como poseídos, la pantalla de su móvil. Incluso, cuando van andando por la calle. ¿Eso es social?. Muchos de ellos –conozco varios casos-, antes no encontraban utilidad a internet y de un tiempo a este parte y debido a estas redes, disponen de portátil, tableta y smarphone. Realmente, ¿es social haber dejado la mundanal vida y vivir, constantemente en el ciberespacio?. 

        Lo que ya me revuelve la bilis es, que parece que antes de la proliferación de este invento pareciera, que no existiera la palabra “compartir” y que la hubieran inventado ellos. 

        El otro día, me contaron una anécdota, que me llenó de perplejidad y me desesperanzó, en cuanto a la evolución del ser humano. En una cafería, cuatro personas permanecían, sin abrir la boca, ni mirarse a la cara: se estaban mandando mensajes entre ellos, por whatsapp. ¡Porca miseria!. 

        A los que seguimos mandando SMS, ya nos llaman antiguos, sin darse cuenta, de que lo que hoy consideran su “listófono” (smartphone), será un “tontófono”, de aquí a seis meses. Y llegado ese momento, ellos seguirán contribuyendo a la retroalimentación del sistema. En mi caso, he tenido seis móviles, a lo largo de 18 años. Conozco, quienes llevando la tercera parte de tiempo, que yo, ya llevan los mismos.