sábado, 6 de octubre de 2007

Me aterraría viajar sola, sin poder compartir

Nnca he viajado sin compañía y nunca creo que lo haga. La sola idea de pensarlo me aterra y no porque me sienta insegura antes los desafíos que generan un viaje, sino por no poder estar constantemente compartiendo.

Creo que antes de enfrentarme a ese reto me quedaría en casa. No debo ser la única, porque los foros de viajes están llenos de gente que busca compañeros y compañeras para compartir sus aventuras por el mundo. Pero es que a mi también me aterra la idea de emprender un viaje con un desconocido. Otra cosa sería encontrarlo en el camino, empezar a intercambiar momentos y acabar finalmente uniendo nuestros destinos, pero partir con alguien ajeno a mi vida desde el principio del itinerario, se me hace una responsabilidad demasiado pesada para meterla en la mochila y cargarla en las espaldas. Ya veis. Tan aventurera en los destinos, en la forma de viajar y en la búsqueda de las emociones y tan conservadora en el “con quien” compartir todo eso.

He conocido a gente que viaja sola (gran parte de ellos lapones@s), aunque no creo que lleguen en conjunto al 5% del total de quines pateamos la Tierra. En las veces que entablé conversaciones con ellos, nunca me atreví a interrogarles sobre el por qué de su decisión y ellos tampoco sintieron la necesidad de mostrar sus inquietudes al respecto.

Pese a que se pudiera pensar lo contrario, en la mayoría no detecté sensación de soledad o tristeza, ni excesos verborreicos o emociones exageradas típicas de quien tiene una comunicación menos habitual. Casi diría que me emociono yo más cuando a miles de kilómetros me encuentro a alguien de mi propio país, que ellos cuando se topan con un semejante que les da lo que no tienen: Compañía.

Supongo que mucha de la gente que viaja sola, lo hace porque en ese justo momento no tiene a nadie con quien viajar. Pero intuyo que también hay otros a quienes esta forma de recorrer el mundo les llena de satisfacción. Los argumentos que siempre he escuchado manejar como ventajas de esta opción son que puedes tomar tus propias decisiones en cada momento, ir donde quieras sin ponerte de acuerdo con nadie, comer y dormir donde y a la hora que desees...

No voy a ser yo quien niegue la solidez de estas razones, pero creo que tiene que haber algo más. Algo que realmente les compensa, para dejar de compartir con uno o varios acompañantes los millones de sentimientos y momentos que se expresan en un periplo viajero.

¿Acaso será, que lo más reconfortante y placentero de un viaje esté en el viaje que se produce paralelamente al interior de uno mismo y que los que vamos acompañados nunca llegamos a descubrir?.

Si, no lo oculto. Me gustaría saber más sobre quienes viajan solos.

Escrita el 11 de octubre de 2.006

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