miércoles, 21 de octubre de 2009

Al interrail, no le mató el bajo coste, sino la avaricia de las ferroviarias

No sé, como estarán hoy en día las cosas, pero cuando hicimos nuestro último interrail por Europa –después de mucho tiempo, de no disfrutar de esta experiencia-, a mediados del año 2.005, la realidad era deprimente. Cuando llevamos a cabo los primeros, en el 90 y el 91, el continente estaba lleno de jóvenes, que abarrotaban los trenes. No era nada infrecuente, tener que pasar la noche en las plataformas o el pasillo, por no haber sitio, en los compartimentos. En 2.005, ni jóvenes ni viejos. Íbamos, prácticamente solos.


No me extraña. En aquellos tiempos, el interrail costaba unas 26.000 pesetas, lo que era una ganga, para cualquier joven, a pocos posibles que tuviera. Pero los precios fueron subiendo, de forma escandalosa y muy por encima, del coste de la vida y al parecer, los vagones se fueron despoblando. ¡Lo normal!.


Los trenes, también fueron, premeditadamente empeorando. A primeros de los noventa, los ferrocarriles alemanes –también los austriacos o italianos, entre otros-, en segunda clase, consistían en seis asientos por compartimento, que por la noche, se abrían y juntaban a la mitad, formando anchas literas. Si tu pareja o amig@, se sentaba en frente tuyo, podíais dormir estirados, colocados de forma inversa.


Cuando volvimos al país bávaro, en el citado 2.005, el compartimento seguía siendo de seis, pero lo habían hecho, completamente espartano, con asientos no abatibles. Otros trenes, los habían convertido, en largos vagones, de asientos corridos, donde la relación con desconocidos, es bastante más complicada. Al margen, se pagaban suplementos, en casi todos los convoyes, cuando en lso primeros noventa, no se abonaban en ninguno, salvo que fueras, en litera o cama.


Debo reconocerlo. Me da pena, de que los jóvenes de hoy en día, no puedan disfrutar de esas sensaciones y de la hermanada convivencia, de apasionantes noches interraileras, en las que conocías a gente, de casi todas las partes del mundo. Eran veladas increíbles, al son del chucu chucu, al color de unas cervezas y a veces –por qué no reconocerlo-, de algún porrito de hachis o de maría.


Son recuerdos mágicos de juventud, que no se olvidarán jamás, por mucho que pase el tiempo. Porque para nosotros, aquellas experiencias eran entonces, tan apasionantes, como lo puede ser, hoy en día, viajar al lugar más apartado y exótico de la tierra.


Menos mal, que al menos, los jóvenes de este momento, tienen dos posibilidades, que nosotros nunca tuvimos: Los vuelos de bajo coste y unos precios en los hoteles, muchas veces más baratos, que lo que costaba una pensión, hace casi veinte años. En el bajo coste, buen precio, mucha eficacia y ahorro de mucho tiempo. Pero de magia, confidencias, cervecitas, porritos y noches inolvidables, nada de nada.


Esta visto, que nunca se puede tener todo. ¿Hacia donde evolucionará la cosa?. No tengo ni idea, pero espero que en el futuro, de una manera o de otra, los jóvenes puedan seguir viajando. Si en algo envidio a los de hoy, es que a mi también, me hubiera gustado irme de Erasmus.

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