martes, 25 de agosto de 2009

¡¡¡VIVA Ryanair!!!

"Jamás respondisteis a mi reclamación y el exceso de peso en el equipaje es más caro, que el kilo de marisco en Navidad, pero aun así...: ¡os quiero!". No hace mucho que en la prensa, encontrábamos estos fragmentos de una carta, que una usuaria valenciana, enviaba a las oficinas de la compañía aérea Ryanair. Esto viene a demostrar, que las controversias que genera la bajo coste irlandesa, ya no solo están en el plano social, sino dentro del propio individuo. Pura relación de amor/odio.


En el fondo creo, que a Ryanair le va la marcha y que lejos de incomodarles, tanta crítica les reconforta. Es aquello tan viejo, del que hablen de mi, aunque sea mal. Y a otros muchos, también les viene bien. Por ejemplo, al gobierno. Porque mientras se habla, de que si Ryanair cobra no se cuanto por cada bulto o por el check-in on line, nadie hace comentarios sobre la millonada que se está gastando el estado –con comisiones incluidas, para muchos políticos, supongo-, en hacer un AVE para ricos y potentados.


Mientras tanto, Ryanair gana dinero, como debe hacer cualquier empresa, da oportunidad de viajar a mucha gente y se ríe del mundo, ahora con lo de volar de pie y pagar un euro por el servicio. Pues si hay que abonarlo, pues se abona y debate terminado. ¿Por qué nos quejamos por esto y nos quedamos tan campantes, cuando nos soplan diez euros, por un recorrido de 20 kilómetros, que no vale ni dos, desde un aeropuerto, hasta el centro de la ciudad?.


Y es que desde mi punto de vista, las controversias se acaban rápido, bajo el contundente argumento, de que puedo volar de Madrid a Barcelona por 4 euros, con todo incluido y con solo equipaje de mano, mientras que ir en el tren, me cuesta quince veces más. Otro ejemplo: Para el puente de octubre, haremos Valladolid-Milán-Madrid, por tan solo 8 euros por persona. ¿Imagináis cuanto cuesta, solo el tramo Barcelona-Milán, a través de esa sociedad de desvergonzados, que en su día crearon RENFE y la francesa SNCF? Con esto, ya no haría falta seguir, pero me apetece hacerlo.


Las asociaciones de consumidores –líbrenos Dios de ellas- hablan y no paran, de que la política de Ryanair es engañosa y poco clara, de que cobran por todo, de que no dan servicios…, pero nunca las oí protestar, cuando dos gilipollas, con pretensiones de exclusividad mundial, pagan casi 4.000 euros cada uno, por un viaje de 15 días a Argentina, en Viajes de El Corte Inglés. Y hay mucha gente, que despilfarra esta cantidad y sale gozosa, sin saber que gasta diez veces más de lo que cuesta y que luego ponen el grito en el cielo, porque Ryanair les quiera cobrar, 16 euros por una maleta. ¡La estupidez humana, no tiene, ni tendrá límites!.


Ryanair no engaña a nadie y si son muchos, los que tratan de engañar a Ryanair. Por ejemplo, intentando pasar por bultos de mano, auténticos maletones o como vi el otro día a una chica, proponiendo colar como este tipo de equipaje, un bulto que pesaba 14,5 kilos.


Vamos a tratar de analizar, los tres principales tópicos.


1.- “Ryanair cobra por todo, sobre todo por el equipaje.”. Sí, es cierto y parece justo, que uno que lleva 15 kilos, pague más que el que viaja con un simple bolsito de mano. Lo que resulta completamente injusto, es lo contrario: Pagar por lo que no se usa. En las compañías tradicionales, nos obligan a desembolsar dinero, por todos los servicios que ofrecen, independientemente de que los utilicemos o no.


2.- “El sistema de venta es confuso y engañoso”. Falso. Es sencillísimo, para toda aquella persona, con una formación media, que se haya dado tres garbeos por internet. Se trata simplemente, de ir añadiendo o restando servicios y pagar exclusivamente, por lo que se necesita. Es bastante más fácil, que sea una agencia, la que te meta la bacalá


3.- “Cuando hay problemas, como cancelaciones u otros, se lavan las manos”. Sí, eso está mal, ciertamente, pero muchas de las aerolíneas tradicionales, hacen exactamente lo mismo. Aún estoy esperando, la indemnización de Alitalia, después de haber presentado la reclamación cinco veces, por el retraso de 24 horas, que tuvimos el año pasado, volviendo de Turquía. Cierto es que a nosotros, por lo menos nos dieron comida y hotel, pero a la mayoría, ni eso. Y me temo, que o voy a los tribunales o no cobraré nunca. Legislación Europea = Papel mojado.


Voy ahora, con lo que me parecen las mayores ventajas, de esta aerolínea irlandesa:


-Gracias a Ryanair, los ciudadanos de provincias, ya no necesitamos desplazarnos a Madrid, para viajar por Europa. Y gracias a esta compañía, el turismo en nuestras propias ciudades, se ha revitalizado.


-Es una de las compañías aéreas, con mayor puntualidad. Y no es casualidad, porque su rentabilidad, depende de ello.


-O es que me estoy acostumbrando o últimamente, la distancia entre asientos ha aumentado algo y estos son un poco menos espartanos, que antes.


-Te avisan mil veces por correo electrónico, los días antes de tu vuelo, para que hagas la facturación on line, por lo que es casi imposible, que se te pueda olvidar.


Pero como digo unas cosas, también menciono las otras. Hay tres cosas de esta compañía, que no entiendo y que serían fácilmente mejorables.


-El excesivo celo, comparado con la mayoría de la competencia, en llevar hasta el límite, todos los protocolos de seguridad.


-El trato poco amable del personal. No he visto aerolínea, con más caras de amargad@s de la vida, entre l@s auxiliares de vuelo, que en esta.


-Carece de3 sentido, que pagar con la tarjeta de la compañía, salga 10 euros más caro, que hacerlo con una Visa Classic Aunque esto es pura anécdota.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Me gusta más lo cutre, que lo bello

Hay mucha gente que dice, que no aguanta ver la miseria y aunque es algo exagerado, yo casi podría decir, que no soporto la belleza o que al menos, ésta apenas me inspira.

Desde siempre, me encantó mucho más lo cutre que lo bello. También, hacer botellón en cualquier callejuela de Roma o puente de un pequeño canal de Venecia, que tomar un capuchino en las exclusivas terrazas de la plaza España o la de San Marcos. Siempre acabé conociendo más gente interesante es esos primeros sitios, que en los segundos.

La belleza es demasiado perfecta, excesivamente proporcionada y casi siempre, algo aburrida y previsible. Provoca admiración al principio, pero acaba por terminar siendo vulgar, a medida que pasa el tiempo. Lo cutre por el contrario, tiende a ser sorprendente, enriquecedor para la mente y el espíritu –porque te lleva plantearte preguntas, que nunca te haces cuando contemplas lo bello-, imprevisible, lleno de imperfecciones, de colorido y si tomas la actitud adecuada, limpia de prejuicios y posrjuicios morales, llega a ser hasta entrañable.

Tal vez sean Sudamérica y Centroamérica, las zonas del planeta más bonitas que vi. Es casi imposible encontrar, en otros continentes de este mundo, las maravillas naturales que hay allí: Las cataratas de Iguazú, el desierto de Atacama, Torres del Paine, el Salar de Uyuni, Machu Pichu, las Galápagos, volcanes, glaciares… Tal vez, por el contrario, sean determinadas áreas del sudeste asiático, las más cutres que contemple jamás..

Pero sin embargo la realidad, resultó ser demoledora. Mis correos a la familia y los amigos, ocupaban cinco líneas desde América y en cambio desde Asia, llegaban a veces, hasta los cuatro folios. Hablar de Iguazú, me daba ocurrencias para redactar un par de líneas o tres, pero me podía perder hasta no encontrarme, escribiendo sobre un mercado de Vietnam o describiendo una población de Laos, después de ser asolada por las inundaciones, en la época de lluvias.

Y cuando leo, siempre aprendo y siento más curiosidad, con las descripciones de lo cutre, que de lo bello. Por cierto. Ahora estoy leyendo un libro de viajes, que os recomiendo. Se llama “Octubre en Pekín” y es del colombiano, Santiago Gamboa, un sufrido viajero de pies planos. Está escrito ya hace unos años, pero no ha perdido aún vigencia y refleja con bastante acierto, la realidad de algunos lugares de China

En el primer capítulo dedicado a Hong Kong, viene a decir algo que yo siempre he defendido y que está relacionado con el tema de esta reflexión: La cierta decepción que se produce por muchos turistas, al encontrar una ciudad demasiado moderna. Y es que la mayoría de los viajeros, siempre vamos buscando lo exótico, lo tradicional y lo genuino, que generalmente tienen el problema, de estar relacionados con la alienación de seres humanos, la miseria y la pobreza.

Y es que el asunto se torna peliagudo, si lo teñimos de conceptos morales y empezamos a razonar cosas tales, como: Por seguir disfrutando de nuestros viajes, preferimos que la gente siga siendo pobre, viviendo hacinada, ver a niños descalzos, mercados con vendedores muy coloridos, pero que apenas sacan para la manutención diaria… Porque nada exótico resulta, normalmente, ver a ricachones viviendo en sus urbanizaciones de lujo, a las afueras de la ciudad o a gente de clase media, pasando la vida en bloques de edificios de aluvión.

No voy a entrar en ese debate moral, que daría para discutir durante horas y en el que probablemente, ni unos ni otros nos fuéramos a convencer, de lo que propone el contrario. Y no entro, por dos razones fundamentales. Primero, porque en ese terreno, todo es muy relativo y no hay verdades absolutas. Y segundo, porque cuando viajo, no me interesa la moral. Como si de una reportera se tratara, me limito a contemplar, tratar de interpretar la realidad, por su puesto por mi filtro e intentar juzgar, tan solo lo imprescindible.

Quizás por eso mismo, no me paro mucho a reflexionar, sobre las condiciones justas o injustas, en las que viven las personas, de los lugares que visito. Porque piense lo que piense y haga lo que haga, me va a ser imposible modificar su futuro. Sí, ya sé que es una actitud muy cómoda, fría e impopular, pero también muy realista y te evita sufrimientos y enfados. Además, nunca me voy a culpabilizar, por no haber sido capaz de resolver los problemas, que no consiguieron mitigar quienes les gobiernan o las grandes potencias mundiales.

martes, 11 de agosto de 2009

Efectos a largo plazo, de los viajes dilatados

A principios de diciembre de 2.008, pusimos punto final, al que había sido el año más feliz de nuestras vidas y a los viajes largos, por América, Asia y otras partes del mundo. Escribí entonces, una relación de efectos beneficiosos y secundarios, de los periplos prolongados a corto plazo. Obviamente en aquella época, no resultaba posible analizar las consecuencias a largo plazo, pero hoy, ya casi nueve meses después, me voy al referir al tema, partiendo de una categórica conclusión: Sigue habiendo efectos secundarios muy nocivos, pero ya no encuentro ninguno, que sea beneficioso.

De todas formas he querido, escribir esta reflexión, antes de releer aquella, con el fin de no contaminarme, de los sentimientos de entonces. Solo cuando haya terminado, le volveré a echar un vistazo.

Los viajes largos vistos desde la lejanía, resultan aún peor que la droga dura, que son a corto plazo: Porque de cualquier sustancia estupefaciente es posible desengancharse, con fuerza de voluntad y según van pasando los meses, el síndrome de abstinencia va disminuyendo, hasta acabar por desaparecer. Pero con los viajes de larga duración, ocurre al revés: Cuanto más tiempo ha pasado desde el último, más mono, congoja y desasosiego se tiene.

Ni un solo día desde nuestra vuelta, he dejado de pensar en aquellos días, en aquellos acontecimientos, sensaciones y vivencias, a lo largo de medio mundo. Ni un solo fin de semana, en el que hayamos estado los dos solos, hemos dejado de recordarlos, a veces durante horas, al abrigo de unas cervezas o copas. Puedo pasar una semana sin hacer el amor y me provoca menos angustia, que atravesar ese mismo intervalo de tiempo, sin rememorar nuestros aventureros periplos, que nos marcaron para siempre.

Cuando planificas la primera travesía prolongada, el sentimiento que se impone es la ilusión. Cierras los ojos y dejas volar la imaginación, como si estuvieras soñando y todo resulta muy relajante y agradable. Puedes estar planeando el primer viaje largo durante años, a veces como era mi caso, desde la mismísima infancia, en la que ya fantaseaba con hacer, el periplo que finalmente, convertimos en realidad, por Sudamérica y Centroamérica, desde Patagonia a México. Antes de la primera vez, nunca hay prisa, siempre se puede esperar un poco más, sin mayores consecuencias.

Pero eso ya no ocurre la segunda vez, porque el sentimiento que te domina es el ansia, la inquietud, la intranquilidad, la preocupación, la zozobra... Ahora cuando cierras esos mismos ojos, ya no ves escenas de postal, como si soñaras despierto. No. Ahora sientes angustia y solo piensas en que llegue el momento, de poder largate de nuevo. Hay que ser una persona muy fría, para poder planificar un segundo o tercer viaje largo, durante varios años, sin estar constantemente sufriendo, pensando en la lejanía del momento de la partida. Porque además, como cualquier drogadicto cuando busca su dosis, te servirás de todos los medios, para poder realizar tu recorrido mucho antes.

Y esto cambia por completo tu vida. Empiezas a pensar, que en la vivienda ya solo harás las reformas muy imprescindibles, que cambiarás de coche cada más años o, que saldrás menos sábados por la noche, para así, ir aumentando la velocidad de ahorro, que permita largarse cuanto antes. Cada euro que entra en la economía familiar y que no va destinado a las necesidades esenciales, ya tiene su lugar donde ser gastado, siempre a miles de kilómetros de casa, claro.

Cada vez que te sientes o te sale algo mal, buscas mentalmente el mismo antídoto y aún son mayores, las ganas de marcharte y dejarlo todo. De momento hemos conseguido resistir y no perder completamente el juicio, aunque no sé muy bien por cuanto tiempo. Porque cuando algo no va bien, las paredes de nuestra casa, ya escuchan machaconamente, la temida, pero reconfortante frase: “¡¡Pues alquilamos el chalé, nos vamos a Asia y a la mierda!!”. Y es que tu barrio, tu ciudad, tú país y tu propia vida, se han convertido en una jaula, de la que quieres escapar, ante el primer contratiempo

El dicho habla, de que lo bueno o mata o engorda. Añadiría yo, que o crea una irreparable adicción. Al final todo lo gratificante, suele pasar una elevada factura y la de los viajes largos, es de bastantes ceros.

Sin embargo hay una cosa, que pensé que iba a ocurrir y que afortunadamente, finalmente no ha pasado. Creía que, después de haber estado casi un año por el mundo, cualquier viaje posterior y aunque fuera de un mes, me iba a dar poco de si. Pues no. En breve, nos vamos a Lombardía solo cuatro días y nos van a saber a gloria, como las tres semanas que no hace mucho, estuvimos por China y Qatar.

Ahora sí, he releído lo que escribí hace meses y concluyo amargamente, que son mucho peores los efectos a largo, que a corto plazo. Solo espero que con el paso del tiempo, aún no vayan siendo peores.

viernes, 7 de agosto de 2009

Gracias Lupe, por esta joya

Esta mañana recibí una joya, que me envió Lupe Martínez, en forma de correo electrónico. Su contenido me emocionó bastante, porque no solo es la historia de una vida por el mundo, sino toda una filosofía viajera, que comparto casi al 100%. Tras tener su autorización, pensé en la forma de cómo presentar su relato. Se me ocurrió partirlo en trocitos y hacer comentarios. Pensé también, en exponer sus ideas, pero omitir su historia. Finalmente llegué a la conclusión, de que la forma de no desvirtuar nada el mensaje, era transcribir el relato de forma literal e integra.

Así que la reflexión de hoy, la pone Lupe, aunque es como si la pusiera yo. Y como le he dicho en privado, espero algún día formar parte, de la historia que viene a continuación.

“Navegando al azar, por las reflexiones viajeras, he leído post antiguos y me ha aparecido uno de 2006, en el que reflexionas sobre los que viajan solos/as (
http://reflexionesviajeras.blogspot.com/2007/10/me-aterrara-viajar-sola-sin-poder.html). He pensado en comentarlo en el blog, pero al ser tan antigua, seguro que no la leerías nunca, así que para distraerme un rato, te voy a dar ahora mi punto de vista.

Viajar solo (o sola, en mi caso) a veces es un autentico coñazo.
Pero otras veces es lo mejor que te pueda suceder. Ante la disyuntiva de viajar sólo o quedarse en casa, para mí la mejor opción es viajar. Viajar sola que es más difícil aún, a priori y desde casa, que luego no lo es tanto.

Exige mucha preparación previa. Hay que comenzar poco a poco, con escapadas de una o dos semanas, para conocerse, antes de tirarse uno, dos o tres meses por el mundo. El viaje empieza en la librería (ultimamente en Internet) mucho antes y yo al menos me pongo muy ansiosa, pero lo más difícil siempre, es dar el primer paso. Una vez comprado el billete de avión, ya no hay vuelta atrás, así que de mi misma, dependerá lo bien que me resulte. Eso me da seguridad y vértigo a la vez..

Tampoco puedes ir tu sola por donde quieras. Hay países en los que el miedo te paraliza a la hora de comprar el billete, más siendo mujer, pero eso va variando con la edad y con el conocimiento. (no hablo de los países árabes, que conste). Y hay momentos malos, muy malos. en los que te preguntas qué puñetas haces tu allí, pasando frío, si te importa todo ya un pito. Pero también los pasas cuando viajas con alguien y te sale todo al revés.

Pero cuando tienes que coger el avión de vuelta, esos momentos malos y de bajón, no han existido nunca; ya pasaron, y sólo quieres más tiempo para viajar más.

De mis viajes en solitario, han surgido las amistades más desinteresadas, tolerantes y generosas, que he tenido y que probablemente tendré jamás.
Algunos de esos amigos del camino, sólo permanecen un año en contacto frecuente conmigo, otros ni siquiera eso, y unos cuantos, llevan lustros conmigo e incluso ahora viajamos juntos varias veces al año.

No sólo el paisaje es interesante en un viaje, también lo es el paisanaje. El local y el foráneo. Una cena, un café, un té o una cerveza a kilómetros de distancia de tu entorno, si es con alguien que tiene algo que contar, sabe mejor que el maná. Y es tan oportuno como aquél.

Mi primer viaje, al extranjero se entiende -hasta entonces me iba al pueblo con mis padres-, lo hice sola y muertita de miedo. y en estado de depresión post-ruptura sentimental. Escogí como destino una ciudad grande, con muchísimos museos. Planifique visitar uno por jornada, ocupar bien mi tiempo para no pensar...Y llegó el último día y ése mismo día por la mañana, corriendo para no perder el avión de vuelta por la tarde, visité el único que pude, ¡sólo por decir que había hecho algo cultural en Londres!

En mi segundo viaje a Amsterdam, me recuerdo llorando las dos horas de trayecto en el avión de vuelta, recordando los buenos momentos que pasamos el argentino David y yo, los últimos días. Luego nos vimos en Madrid y luego nunca más se supo. No fue ningún amor de vacaciones, fue un amigo de vacaciones.
Y viajé más y más. A Alemania y ya desde el avión conocí gente. David y luego Silvia. Cenar y salir de noche es muy duro, si no imposible viajando sola. Pero hay gente que viaja sola por otros motivos (negocios) y están deseando quitarse el traje de romano, para dar una vuelta y recordar sus tiempos de interrail

Por no estar sola y darle gusto al pueblo, que me miraba espantado cada vez, que me oían contar lo bien que me lo pasaba sola por ahí, una vez fui con un compañero de trabajo a Marruecos. Lo peor que pude hacer en mi vida. Nunca mais. Probé entonces con estancias y conocí en una especie de campamento náutico, a la que hoy es mi mejor compañera de viaje y amiga: la Feli, con la que, a priori, no tenía casi nada en común. Bueno, ahora si, los sellos en el pasaporte.

Viajé sola a Turquía, en un organizado desastroso, al que demandé nada mas volver (fue mi ultima vez en organizado) Y allí cambió mi vida. Conocí a Hannah, la persona a la que quiero parecerme cuando sea mayor. Dicho esto, suficiente. He vuelto a verla en Turquía 2 veces y una tercera en su Holanda natal. Ahora no nos escribimos tanto, pero siempre nos llamamos por nuestro cumple. Hannah tiene 65 años y es ciudadana del mundo. Una genia.

En Túnez tuve la suerte, de coincidir en su día libre con un conductor de autobús urbano de la capital y de después animarme a aceptar la invitación, de visitar a su familia (objetivamente una locura, pero subjetivamente y en aquel momento lo mas natural del mundo). Lo pasé tan bien con ellos, que volví unos meses más tarde con Feli y Ana Rosa. Para las tres lo mejor de aquel viaje, mi familia tunecina, que es la de Saif.

Nos llamamos desde entonces, en el aniversario del día que nos conocimos y es realmente gracioso, porque su madre no habla ni papa de francés ni de ingles, pero me manda mil amores, que yo los siento.

También conocí a una familia de sicilianos, en un hotel de lujo al que me colé, después de cenar en mi tres estrellas cutroso. Y nos llevamos tan bien, que dos años mas tarde, acepté la invitación a conocer parte de su isla. Continué el viaje por Italia, ya sola, sin familia siciliana y arrivé en Milan.. En Padova conocí a la linda Hiromi, del Japón, que lee mis blogs con esfuerzo. También al muchachito, que me pidió matrimonio en Venezia (por supuesto dije que si) y con el que me colé (sin quererlo), en una góndola

Ya mas animada, después de las medias distancias, pasamos a las grandes: A los destinos lejanos. Vietnam: Horrible experiencia con un colega de trabajo de Feli, que se unió al grupo y al llegar a la bahía de Halong, yo planteé irme sola. Y me hubiera ido tan feliz, de no ser por que Feli, se vino conmigo y se quedó él con su mal rollo y su sapiencia.

Luego Brasil, la Argentina (donde todo fue bien y conocimos, entre otros, a las incansables Geor y CECI), la India ( con Feli y la excelente, previsora y eficaz, Ana Rosa y gentes hindúes con los que chateo de vez en cuando. Y más tarde, Nepal (con Pyru, la checa y Oscar y los buenos momentos en moto, con Miquel y Niurka), Laos, Camboya y Tailandia. (en estos dos últimos países, se dio el reencuentro con las argentinas).

En los tiempos en los que viajaba sola, ¡no estaba sola mas que cuando yo quería!!. Mis queridos Jan paul y thang, los franceses chinoises, que me acompañaban en Bangkok y que me hacían reír tanto, Sussana, la recién divorciada italo-sueca y el resto del grupo que se formó en Luang Prabang, Pascal, mi suizo relojero, la amable Nathalie.., Sebas, el polaco residente en Londres…

Del resto de mis viajes. un popurri de buenas gentes: Adele, la guardia forestal de Nueva Zelanda, Husseyin y Beatrize de Vizenza, que me enseñaron su casa de verano, Nelle y Esther de Rotterdam, Patrick de Irlanda, que me llevó a cenar en mi 24º cumpleaños, Jonah el del pingpong y las cucharitas en Amsterdam, Wilfried de Amberes, al que visitaré en Septiembre, antes de partir para Nueva York, Sonia y Juan de Santiago, David el escalador, que me enseño a montar en moto, el señor Thang, Martin, Oscar "el cuerpo", que nos invitó a su boda, Isadora, la andaluza que lee a Kierkegard en alemán y que acaba de ser mamá, Roberto, con el que Edu y yo hicimos botellón, en la fontana di trevi, Zahd, el iraní viajero, JL, Tolga , Omer y Ozgür, tres turcos maravillosos, Isabel, que es lo más valiente y alegre que conozco, Claudia y sus hijos, Marlon y toda su familia en Colombia, Ference y Michele... Y mi admirado Wolfrang, que en 7 horas de tren me contó, su -para mis 18 años- interesantísima vida y yo la escuchaba ensimismada y asombrada de que me la estuviera narrando, ¡precisamente a mi!.

Esas gentes son parte de mi vida. Y estoy segura, de que no hubiera conocido a esas gentes, de no estar viajando sola: Yo o ellos (o ambos)

Aún hoy me aterra viajar sola. Al principio, hacerme a la idea de que tengo que ir sola es lo que me da pánico. Pero me aterra mucho más, viajar con gente que no conozco bien. O que tiene expectativas de algo, que yo no. O que por viajar juntos, se vean en la obligación de tener que ir, hasta al baño juntos. Y definitivamente me horroriza, tener que quedarme en casa queriendo irme. El camino es de todos y siempre hay alguien que hace tu mismo recorrido.

Una vez leí en algún sitio, una cita que decía algo así como: " Una de las cosas maravillosas que te pueden suceder en este mundo, no es otra que saltar la tapia del jardín de tu vecino, que te encuentre allí y conseguir, no sólo que no te eche a patadas, sino que te invite a un té y que además te de conversación"

Y yo añado, "y que te deje tranquilamente allí, sin darte la lata, si se lo pides"
Cruzar una frontera es algo así como saltar una tapia, ¿no?.

Así que Eva, te invito a que lo pruebes. Viaja sola cuando sea tu momento.
Viajar sólo, no es una imposición circunstancial, ni una elección. A veces es una buena idea, sin más, y como todo en esta vida, es temporal.

Un beso, feliz viaje (esta vez en compañia)

Lupe

PD: Aunque hay viajes que no salen tan bien, no te creas...De los peores que he tenido han sido por España. Para el españolito medio, la idea que tiene del españolito que viaja sólo (y más aún si es por libre), es que es un raro y no tiene amigos, ni amigas, ni novios y es un insocial, un hippi, un perroflautas o un iluminao. Y no se te acercarán, mas que otros iluminaos. Ahí queda eso”

jueves, 6 de agosto de 2009

"¡¡Ya están aquí las machupichus!!"

Desde pequeños se nos obliga a estudiar cosas inservibles, que en muchos casos, no es que ya no valgan para la vida diaria o el desempeño en el trabajo, sino que ni siquiera, forman parte del bagaje cultural de una persona o estimulan el razonamiento

Ocuparía varios tomos, el relato de los conocimientos inútiles, que desde que entramos en el colegio, hasta el último día de universidad, nos tenemos que empollar, para que el poco práctico sistema educativo, nos de su visto bueno. Y paradójicamente, la mayoría de las acciones que llevamos a lo largo de nuestra vida, las tuvimos que aprender solos, por nuestra cuenta.

¿A alguien, a lo largo de su etapa educativa, le enseñaron a saber como se gestiona una hipoteca, se reclama ante un abuso cualquiera, a hacer o revisar la declaración de la renta, a llevar un hogar o a educar a un hijo?, por poner algunos ejemplos. Pero sin embargo casi todos, estudiamos, aprendimos y pos supuesto, hemos olvidado, derivadas, integrales, ecuaciones de segundo grado, la maldita tabla periódica de lso elementos químicos o en que misterioso punto se encuentran, dos trenes que salen a la vez, pero a distinta velocidad, de Madrid y Barcelona. Nunca hemos logrado saber, para que nos ha servido todo eso. Y mira que menos mal y afortunadamente, en mi caso ya no llegué a la lista de los reyes godos o a canturrear, por donde pasan los ríos de España.

Pero si el diseño actual y pasado del sistema educativo, poco estimula el ansia por conocer, aún lo hace menos por despertar en quienes estudian, las ganas de viajar. Casi nada hacen nuestros docentes, por espolear en sus escolares, el conocimiento de otras zonas del planeta y menos el ministerio del ramo de la educación, que tiene becas y ayudas para casi todo, menos para la realización de viajes, salvo por motivos de estudios, como son los Erasmus. Ni siquiera en la mayoría de los currículos, se ponen las zonas del globo visitadas, cosa que debería ser imprescindible, aunque las empresas aquí –no en Inglaterra, Estados Unidos o Australia-, tampoco lo valoren mucho.

Como lo de ir una vez en la vida a la Meca, que impone la religión musulmana o lo de no hace mucho por aquí, de hacer la mili sí o sí, debería ser obligatorio por ley, que todos los ciudadanos hicieran un viaje largo –en torno a un año- en sus vidas, subvencionado en su mayor parte por el estado, a través de ayudas. Sé que es una utopía, pero no ninguna tontería. Yo puedo asegurar que en ese tiempo, viajando por el mundo, aprendí mucho más, que en todos mis años de escuela, instituto y universidad. Pero incluso más satisfactorio que eso, es que mejoré en tolerancia, empatía, espíritu solidario, relativización de las cosas, desaparición de verdades absolutas, de prejuicios…

¿Qué ganaríamos con esto?. Pues tener una ciudadanía más respetuosa, más culta, menos frívola, que supiera pensar por si misma, sin dejarse manipular y que sobre todo fuera justa, a la hora de valorar otras culturas. Y por encima de ello, que la gente hablara de las cosas, con conocimiento de causa y sin osada ignorancia. Personalmente llevo muy mal y sucede un día tras otro, sea en el trabajo, en la conversación de una bar o en una cena con familiares o amigos, a la gente que juzga o otros pueblos o países, por sus propios prejuicios, lo que ha oído o lo que le han contado.

Tras un año viajando por ahí, se irían al olvido palabras o expresiones como “sudaca”, “negro o moro de mierda”, “gabacho cabrón” o “perro andaluz”. Y por supuesto también, terminarían los malditos nacionalismos. Nadie que haya visitado bastantes países, suele ser nacionalista. Y también dejaríamos de creernos, el ombligo del mundo, pensando –como atrevidos analfabetos provincianos- que todo lo mejor , se halla entre los Pirineos y Tarifa.

Al hilo del lenguaje despectivo en función de la procedencia, el otro día tuve que poner muy a mi pesar, a una amiga en su sitio, con una buena reprimenda. Comenzaban las fiestas del lugar donde vivimos y las ecuatorianas montaban sus puestos de abalorios. Mi amiga dijo despectivamente: “¡¡Ya están aquí las machupichus!!”. Si esta persona hubiera vivido en sus carnes, el cariño que nos dieron a nosotros en Ecuador, nunca jamás habría dicho esto.

martes, 4 de agosto de 2009

Ir a Santander el puente de agosto, cuesta casi el 50% más, que largarse a Italia

Soy bastante izquierdosa, desde que tengo uso de razón, aunque por razones prácticas, suelo votar al PSOE, salvo en las últimas elecciones generales, que nos pillaron rulando por Sudamérica. Sin embargo cada día, me convenzo un poco más, de que el argumento de que Zapatero solo quiere hacer cosas para salir en las fotos, que esgrime desde hace tiempo, la rancia y casposa derecha del PP, no va tan desencaminado.


Y una de esas últimas fotos ha sido, la del Consejo extraordinario de Ministros, que hace algo más de una semana, celebraron en Palma de Mallorca, para entre otras cosas, potenciar el sector turístico. En este país hay dos vicios nacionales: El primero, favorito de los políticos, pero no excluyente del resto de la sociedad, es pretender resolver las cosas, en reuniones interminables, con difuso ordenes del día, que se sabe que empiezan siempre tarde, pero nunca a la hora que terminan y en las que no se resuelve nada. Y el segundo, quejarnos, quejarnos y quejarnos. Sobre todos de los impuestos que pagamos. Eso sí, cuando nos van mal dadas, en vez de echarle imaginación, pedimos a papá Estado, que tire de subvenciones. Lo hicieron los fabricantes de automóviles y ahora le toca el turno, al mal llamado sector turístico.


A mi me entra la risa. Veréis. Copio y pego este párrafo, publicado en el Diario de Mallorca:


“Zapatero insistió en que el turismo es un sector clave al que el Gobierno quiere prestar un "esfuerzo determinante", en el marco de la "modernización" del modelo económico que desea emprender para "mejorar" el "patrón de crecimiento" del país. Para ello, además de "impulsar nuevos sectores" en la economía, "es imprescindible" realizar "un esfuerzo determinante en los sectores ya consolidados y con mayor potencial de crecimiento", como es el turístico. Agregó que España cuenta con un sector turístico que es "probablemente el mejor" del mundo”.


¿Alguien entendió algo concreto, de los planes que tiene el presidente? Yo únicamente, la última frase, a la que le contesto: Ja, ja y ja. Y es que el tercer vicio nacional, es creernos el ombligo del mundo. Aquí es donde mejor se come, aquí es donde mejor se vive, tenemos el mejor vino bla, bla, bla. El viajar poco por el mundo, suele traer estas cosas. ¿No se le ocurrió a alguien pensar, en un momento de bajón patrio, que un chino o un mexicano, por poner dos ejemplos, también piensen lo mismo de su país y tal vez puedan tener razón?


Y continúa el Diario de Mallorca


Tras reafirmar su convencimiento de que las políticas de inversión pública "son útiles y necesarias para hacer más competitiva nuestra economía en general y el sector turístico en particular", recordó que se ha aumentado la dotación presupuestaria dedicada a este sector”.


¿Lo véis?. Aquí todo se arregla con dinero público. Sobre todo, lo privado.


Vamos a explicarle algunas cosas al señor Presidente, a ver si con un ejemplo lo entiende. Mi chico y yo, nos vamos a Lombardía cuatro días el puente de agosto. Para ello, hemos pagado por dos boletos de avión, ida y vuelta a Milán, 60 euros. Otros 126, nos cuestan las tres noches de hotel, incluyendo el desayuno. Prevemos gastar unos 50 euros más, en boletos de tren, para desplazarnos en distancias cortas, a lo largo de tres días. Total: 236 euros. Por cierto y para que no haya excusas, en Italia el día 15, también es fiesta.


Hace una semana, a una amiga mía, le pidieron 390€, por tres noches de hotel sin desayuno, en la ciudad de Santander. Es decir, le sale a casi el doble y sin incluir el transporte o los gastos ocasionados, por moverse por la zona. A otra por cuatro personas, le piden 1.400€, por una semana de hotel -pensión completa-, en Vinaroz. ¡Pero si por 500 más, nos fuimos nosotros a China tres semanas, incluyendo los boletos de avión!.


Con este estado de la cosas, en un rato de aburrimiento, me metí en un buscador y me puse a comparar precios de hoteles. Para este puente de agosto y reservando ayer, era posible encontrar en Roma, París, Milán, Bruselas y Berlín, hoteles entre la horquilla 40-50€, con desayuno incluido (y en la turística Florencia, por tan solo 38€). En España por esa cantidad y salvo en Madrid y Barcelona, donde hay unas pocas excepciones, no siempre disponibles, por ese precio lo que encuentras, es una lúgubre pensión, con una propietaria sin dientes.


Para esas fechas, en León capital es imposible dormir, por menos de 60, en Segovia, por menos de 70 y en Santander, las habitaciones no bajan de 120. Del desayuno ni rastro. Si lo quieres, abonas a mayores, ente 7 y 18 euros más por cabeza, más el correspondiente IVA.


Recuerdo cuando hacíamos nuestros primeros interrailes, llevando buen presupuesto, para la edad que teníamos: Pagar un helado en París, un hotel en Italia o una comida en Alemania, eras lujos asiáticos, con precios estrastosféricos. Ahora ir a Italia, Francia, Alemania e incluso Suiza, si no fuera por el transporte público, es un alivio.


¡Qué sigan los hosteleros, por este mismo camino, llorando por subvenciones y no siendo competitivos y de aquí a no mucho, España enterita, se irá de vacaciones al extranjero.

domingo, 2 de agosto de 2009

Ser coleccionista de postales o viajero de absorción lenta

Retomo las reflexiones viajeras, con la intención de volverles a dar cierta continuidad, que no tienen, desde que a principios de febrero de 2.008, iniciásemos nuestros viajes largos. Y empiezo con un tema controvertido, como es, el ritmo o la velocidad de los viajes. Aunque para mi, no existe controversia laguna.


Son muchos los hilos de foros de viajes, en los que se pregunta sobre el tiempo que se necesita, para ver determinado un lugar en concreto. Cuando yo participaba en ellos, siempre dudadaza, de si contestar o no, porque me parece como tratar de crear certezas, a si es mejor la tortilla con o sin cebolla. Solía acabar respondiendo, más por el afán de dar una ligera orientación personal al dubitativo forero, que porque estuviera convencida de tener razón


Cuando estamos de viaje, cada uno nos levantamos a una hora, dedicamos más o menos tiempo a reposar o a comer durante el día, nos movemos y transportamos de distinto modo, disfrutamos de una manera u otra de las cosas y además de todo eso, tenemos distintas formas de ser y emocionarnos: Hay quienes en 20 días nos hacemos 6.000 kilómetros y a los que ese tiempo, no les da para más de 500 –o menos-.


A mi ambas formas de ver la vida y todas las intermedias, me parecen igualmente respetables y adecuadas, aunque la práctica me viene a demostrar, con la injusticia que pueden acarrear las generalizaciones,, que los que viajamos a un mayor ritmo, respetamos más a los que van lentos, que a la inversa.


Si en uno de esos referidos hilos de cualquier foro de viajes, a alguien se le ocurre contestar por ejemplo, que para ver Ginebra es necesario una semana, normalmente, nadie saldrá contradiciéndole. Pero ¡ay! como se te ocurra decir, que puedes ver Praga y Roma en dos días o la muralla china en uno. Habrá una legión de respuestas, diciendo que eso es imposible, que no viste ni la mitad y que no lo viviste intensamente. ¿Por qué yo tengo que respetar y respeto, a quines dedican cuatro días a los templos de Angkor y tres a Petra y los que dedicamos solamente uno a cada lugar, tenemos que aguantar ácidas críticas y despectivos desprecios? ¿En base a que argumentos, ellos disfrutaron más que yo de la visita?. ¿Quién me puede demostrar a mi con argumentos, que por estar mirando cuatro horas un cuadro –con lágrimas incluidas-, tuvo unas sensaciones más ricas que yo, contemplándolo solo dos minutos?


En los casos anteriores, ellos pueden argumentar, que descubrieron o sintieron el lugar o cosa, con más profundidad y yo sigo con las preguntas. ¿Quién dicta cuál es el grado de profundidad adecuado para visitar algo?. ¿Tanta profundidad, no puede estar llevando a cuestiones secundarias y quitando a la vez, días u horas a otros lugares, que luego no se podrán ver, por falta de tiempo?.


Los tres argumentos básicos, que lanzan –sí, los lanzan, no los dan- algunos -no todos- de los que viajan lento, suelen ser los siguientes:


1º.- “Es que vosotros sois coleccionistas de momentos y de postales”. Tampoco sería tan mala la propuesta, sino fuera porque lo dicen de forma despectiva, sin plantearse tal vez, que el problema lo puedan tener ellos y no nosotros, al ser viajeros de absorción excesivamente lenta.


2º.- “Es que a mi me gusta disfrutar intensamente de los sitios”. ¡Toma y a mi también!. Pero no necesito, ni estarlos contemplando durante horas o días, ni comerme el coco, haciéndome cientos de preguntas sobre, como esa maravilla es posible, como habrá perdurado a lo largo de los tiempos o como fueron capaces de hacerla.


3º. -“Es que si no estás mucho tiempo, no conoces bien los sitios”. Afirmación demasiado contundente y general, dado que cada uno captamos las cosas con distinta actitud, intensidad, interés, inteligencia, sensibilidad o atención, entre otras. Hay quien en dos días, controla más un lugar, que otros en una semana. Tengo una amiga argentina, que es repartidora. Ella lleva tres meses en Valladolid y conoce el callejero y los pueblos de la provincia mejor que yo, que soy de esa ciudad de nacimiento. Por el contrario, a mi ahora mismo, casi recién llegada de China, me resultaría más fácil hacer una guía turística de Shanghai, que de mi propia ciudad. Porque allí estaba 15 horas diarias en la calle y aquí, casi solo salgo para las cosas rutinarias.


No voy a dar ninguna virtud, de lo que supone viajar no lento, porque no pretendo cambiar la velocidad de viajar de nadie y porque no voy a tildar como desventaja, algo que a mi me lo parezca, pero para otro, que seguro no tira piedras contra su tejado, le resulte una ventaja. Solo pido que los “lentos”, hagan con migo lo mismo. Os lo juro, de verdad, me lo paso muy bien y consigo disfrutar de las cosas, viajando como viajo. No necesito un reciclaje, lleno de axiomas absolutos. Tenéis que entender que a mi, estar demasiado tiempo en un sitio, me aburre soberanamente.


Otro día hablaré, de por qué a los que les gusta la naturaleza, se creen superiores a los que nos gusta predominantemente la civilización (incluyo en ella desde Nueva York, hasta el último poblado de África).