miércoles, 5 de diciembre de 2007

El "internauta perezoso"

Internet está saturado de información sobre viajes y destinos. En unos casos, se trata de páginas o foros basura, llenos de publicidad barata y con administradores con turbias intenciones e intereses económicos o de notoriedad. Pero en la mayoría, se trata de excelentes webs y blogs, que ofrecen una completa información práctica, recomendaciones muy útiles y apasionantes experiencias personales.

Sin embargo, la mayoría de ellas –y en el mejor de los casos- apenas aglutinan unas decenas de incondicionales, que están siempre pendientes de sus nuevos contenidos y algunos otros centenares de usuarios, que van por ellas de paso y que si en un minuto no encuentran el dato que buscan, adoptan dos posibles posturas: Irse o escribirte un correo para que le resuelvas esa duda concreta (es decir, que para que ellos no pierdan su tiempo leyéndote, tienes que contestarles de forma privada algo que ya has escrito y que encontrarían haciendo un poco más de esfuerzo).

Hoy en día –y nada hace pensar que esto vaya a cambiar en el futuro-, tener un blog o una web de viajes no comercial es, sencillamente, patrimonio exclusivo de personas con un significativo sentido del altruismo y el romanticismo. Porque además se produce otro hecho de forma bastante frecuente: El viajero que quiere planificar un viaje en condiciones (y yo me incluyo), primero se va a la guía impresa que más le guste del país en cuestión y a la red llega solo cuando ya tiene las cosas medio claras, a resolver dudas, reservar billetes aéreos o compartir opiniones sobre cosas muy concretas.

Cuando yo empecé a escribir relatos de viajes, pensé que la mayor parte de mis lectores iban a ser expertos viajeros independientes e impenitentes, de los que hacen tres o cuatro viajes al año, ávidos de información práctica y de experiencias. Hoy constato que estos, en realidad son una minoría (al menos si me baso en los correos electrónicos que me llegan).

En realidad, la mayoría son. Sencillamente, amantes de la literatura de viajera. No necesariamente viajan (o al menos no lo hacen a menudo) y organizar viajes tampoco siempre está entre sus máximas prioridades. Leen los relatos por mero divertimento y disfrute 8como si de una novela se tratara), algunos incluso como literatura de almohada.

Y en una proporción menor, pero amplia, están aquellos a los que ya me he referido y que podríamos denominar de forma genérica como el “internauta perezoso” (por ponerles un apelativo cariñoso, dado que en realidad habría que mentarlos cono los “internautas sanguijuelas”). Al igual que la mosquita anopheles encuentra su hábitat natural y sus condiciones más propicias para la reproducción en la selva y los climas tropicales, estos lo hallan en los foros. Su misión es chupar la sangre (aunque de momento no contagian la malaria, todo se andará) a algunos incautos de buena voluntad que por allí transitan.

Los habituales de estos espacios abiertos sabéis a quienes me refiero. Intentan que el resto de los usuarios les organicen su viaje a la carta sin tocar una sola guía o leer más allá de cinco líneas de un blog o una web de viajes sobre el tema. Sus intervenciones más típicas son del tipo:

-“¿Qué puedo ver en Praga en tres días?”. “¿Qué no me puedo perder de Londres?”. “Me vendría muy bien todo lo que me podáis contar sobre Marrakech”. ¿Qué me decís sobre Consta Rica?. “Tres días en Roma en el puente del Pilar: Sugerencias”…

Estoy segura de que algún día no demasiado lejano, se conseguirá la vacuna contra la malaria. El antídoto contra estos usuarios que contaminan de tan mala manera la red, lo veo bastante más lejano, porque siempre habrá incautos de buena voluntad.